Como su nombre lo indica, la SAPI está diseñada para promover la inversión. Se trata de un tipo de sociedad anónima particularmente diseñado para recibir capital y segmentar ese capital en series o clases de acciones con derechos u obligaciones especiales para cada tipo de inversionista. Esto es naturalmente atractivo para emprendedores disruptivos, pero también para estafadores y defraudadores que buscan aprovecharse de su regulación especial.
La SAPI aspira a convertirse en una SAPIB, para finalmente conocer la bolsa en el formato de una SAB.
A diferencia de la sociedad anónima, la SAPI tiene minorías más fuertes, debe ser administrada por un consejo de administración y puede adquirir sus propias acciones. A diferencia de la S de RL, los socios tienen acciones, no partes sociales, y su régimen de vigilancia es obligatorio, no opcional
Dado que su uso principal es promover la inversión, los emprendedores utilizan estas sociedades para estructurar sus rondas de inversión. Pero no son los únicos. Muchos defraudadores se aprovechan de su regulación especial (la Ley del Mercado de Valores) para engañar a sus clientes o usuarios haciéndoles creer que su negocio cuenta con una autorización o regulación especial.
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